En el mundo de la música está todo ya inventado, empecemos por ahí.
Las composiciones y sus variables forman parte de una secuenciación limitada que es altamente probable repetir y en lo estético y visual, son habituales las acusaciones de copias entre famosos, cuando el mérito se lo acaba llevando el que llegó antes, aunque lo haya hecho peor.
De todo esto, Lady Gaga es una experta. Desde el principio de su carrera la han comparado continuamente con Madonna, a la que dicen que imitaba. Aunque parte de razón no les falte a los que realicen estas afirmaciones, no es menos cierto que los componentes con los que juegan los artistas pop son una recurrencia continua e innovar, en estos días, en el 2019, es prácticamente imposible. Siempre habrá alguien que apunte con el dedo y te diga que te pareces a otro u otra.
Cuando The Beatles llegaron en los 60 y explotaron su trabajo en el campo del pop, podían disfrutar de una creatividad ilimitada que les otorgaba todo un país nuevo que conquistar, eran los colonos invadiendo América. El mundo del pop melódico era casi virgen y pocos se habían atrevido a explorarlo, o ni siquiera sabían de sus posibilidades.
No en vano su catálogo musical es el más codiciado del mundo. Quien tenga los derechos de esas canciones podría dominar el mundo de la canción melódica actual. ¿Entendéis ahora las trifulcas que se traían Michael Jackson y Paul McCartney por hacerse con ellos?
Ya han pasado sesenta años, la cantidad de canciones que se editan anualmente sigue siendo ingente, y en cuanto una de ellas tiene éxito y llega a millones de personas, es fácil tirar de fonoteca para descubrir a qué pieza del pasado se parece. También sucede que un músico olvidado en su cortijo, con muchas facturas pendientes, y que sacó un disco que apenas se lo compró su familia, de repente escuchando la radio diga "Joder, si esta canción se parece a la mía!!".
La propiedad intelectual en este ámbito está enfocada a la máxima de que "el que llega primero se lo queda" y así funciona este planeta. No hay más preguntas.
Aunque un creador se devane los sesos para intentar ser original, la probabilidad de que lo que crees que ha llegado a tu cabeza de forma espontánea, antes haya pasado por otras cabezas, es altísima y cada vez lo será más. Las coincidencias no son casuales.
Entenderéis entonces que artistas patrios como Manolo García, Alejandro Sanz o Pablo Alborán, por mencionar unos pocos, se autoplagien continuamente y todas sus canciones suenen igual. Para jaleos no están.
La justicia no para de recibir denuncias por plagios, es un filón inagotable.
Nos encontramos a artistas desconocidos de medio pelo en muchos casos que demandan a otros de gran éxito argumentando que una estructura básica a niveles de composición les ha sido robada de una de sus creaciones.
Tenemos el reciente caso de Katy Perry y su "Dark horse", que acaba de ser condenada junto con sus colaboradores y Capital Records a pagar 2,78 millones de dólares a Marcus Gray y sus co-escritores por plagiar su canción, Joyful Noise.
Escuchas ambas canciones y te resulta ridículo, porque no es que el tal Marcus Gray haya inventado la rueda y publicado una composición de lo más compleja como para evidenciar esa copia. Sinceramente pienso que es una estrutura musical que a muchos escritores les podría haber llegado de forma natural, pero claro, los jueces no lo ven así, y el monto que le toca a Perry pagar es además una cantidad desorbitada. Ella se lo puede permitir, eso sí. Otros, no.
Estas sentencias por desgracia abren muchas puertas, sientan precedentes y no todo el campo es orégano. Los musicólogos ahora mismo son los especialistas más buscados en el sector, que ayudados con las tecnologías actuales, encuentran semejanzas en las estructuras o sonidos de una canción, con el apellido, de éxito.
Deberíamos tener presentes las limitaciones actuales, que cada vez el campo está más acotado, todas las sillas están ocupadas ya. A no ser que la copia sea tan significativa como para montar una canción sobre otra (como pasó con la ganadora de Eurovisión del año pasado y su "Toy", que encajaba a la perfección con el "Seven nation army" de The White Stripes), estas denuncias se tendrían que mirar con lupa y tener mucho cuidado en lo que se dictamine.
La última en ser acusada de plagio es Lady Gaga, cuya carrera musical ha estado siempre salpicada de odiosas comparaciones que acaban cansando. Ella ha triunfado en el mundo del pop, con canciones accesibles que irremediablemente nos van a recordar a otras, y enfundada en una estética rompedora, a veces demasiado transgresora, llamando al escándalo continuamente, sobre todo en su época de "The Fame". No le ha valido de mucho despojarse de sus vestiduras para el disco "Joanne", donde ella aparece más natural, o componer unas sentidas canciones folk rock para la película "Ha nacido una estrella", muy alejadas de lo que hacía por la época del "Bad romance".
Siempre la compararan, con unas y con otras. Por supuesto, el gran referente siempre será Madonna, que en sus 40 años de carrera ha hecho de todo y es complicado esquivarla.
Pero llega a aburrir tanto ejercicio de "buscar parejas" porque limita la creatividad de este mundo, y cuanto antes aceptemos que ya todo está inventado aquí, antes podremos seguir disfrutando de un mundo en constante reciclaje, que no plagio.
Le ha tocado a la exitosa "Shallow", la canción principal de la película de Gaga, que interpreta junto a Bradley Cooper.
Aquí tenemos el gracioso caso de un tal Steve Ronsen, conocido en su casa cuando avisan que hay comida, que en el 2012 compuso una canción que se llama "Almost" y que dice que su canción es una progresión de tres notas en la melodía de Shallow.
Las notas en cuestión serían Sol, La, Si (y que son clave en el coro de la canción).
¡Tres notas! Para mear y no echar gota.
Llama la atención que el video de Ronsen, que probablemnte antes del "escándalo", no llegara a las mil reproducciones, ahora sobrepase el medio millón. ¡Dinerito fresco para el muchacho!
Escuchando ambas canciones puedes observar lo retorcido de la acusación, y que además, se acepte a trámite. No nos extraña que Lady Gaga se haya defendido con uñas y dientes sobre la autenticidad y originalidad de la composición, aunque insistimos, podría ser que exista relación, porque la lotería aquí lleva años dando premios gordos, es indudable.
Lo gracioso de este asunto es que la canción del tal Ronsen a su vez suena bastante parecida (otro plagio, quizás?) a la famosa "Dust in the wind" de Kansas.
¿Deberían los de Kansas denunciar a Ronsen? ¿O a Lady Gaga? ¿O a todos?
Como decíamos cuando hablábamos de Tears for Fears, el mundo sigue estando loco, y no parece que tengamos intención de mostrar algo de cordura.
Aquí las canciones implicadas:
su canción en una progresión de tres notas en la melodía de Shallow,
Ver más en: https://www.20minutos.es/noticia/3728434/0/lady-gaga-acusada-plagio-shallow/
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