Mi presencia en el DCODE quedaba justificada por dos únicas actuaciones, las de The Cardigans, que actuaron a las 21:00, y la de Amaral, una hora después.
Todos los demás me sobraban, aunque reconozco haber disfrutado de alguna sorpresa como fueron Miss Cafeína.
El festival comenzaba bien temprano, con unos Carolina Durante inaugurando, que según me han contado, estuvieron pletóricos a pesar de algún fallo de sonido puntual. No voy a mencionar a todos los que formaban parte del cartel, pero sí quiero dar algunos nombres. Fue muy criticada la hora de la participación de La Casa Azul (sobre las 14) cuando ofrecen un espectáculo con luces que se podría haber disfrutado más de noche, y sobre todo después de descubrir decepcionados que en pleno prime time actuaban unos desconocidos franceses Caravan Palace, que no supieron conectar con el público con su mezcla de estilos forzados (electro swing), para un público que a esas horas (pasada la medianoche) ya estaban en tal estado que hubieran bailado hasta a Bob Dylan. Por más que su cantante, en un perfecto castellano invitara a bailar y a cantar, fue toda una osadía para la organización dejarles en tal posición de honor. Allí estaban los Caravan Palace en un hueco que perfectamente podría y debería haber ocupado La Casa Azul, y nos hubiera dejado sobre todo a los que no íbamos de estupefacientes hasta las trancas, con mejor regusto, y así no haber acometido la huída del recinto sin siquiera esperar a Kaiser Chiefs, los que cerraban el cartel.
Cuando nos estaban colocando la pulserita para cargarlas con los tuentis y dejarte la cartera sin apenas darte cuenta, Tom Odell sentado al piano hacía lo que podía sobre el escenario. La primera sensación y así lo comentamos todos fue lo malísima que era la acústica en el recinto. A pesar de estar tan cerca, el sonido era pésimo: los graves reforzados hasta el punto de no sentir ni la voz, ni percibir la instrumentación. Una nebulosa de ruido que vaticinaba lo peor.
No fue así al menos para los resultones Miss Cafeína, arreglado el problema de sonido, que supieron calentar el ambiente con sus canciones impregnadas de toques electrónicos, alguna guitarra suelta, estribillos demoledores y un cantante que suena más potente en directo que en el estudio. Casi podemos decir que a pesar de seguir una táctica casi calcada a los cabeza de cartel Two Door Cinema Club, ganaron en su batalla por empatizar con el público. Logro éste consumado tras incluir así por sorpresa, entre éxito y éxito, una conseguida versión del "Free from desire" de Gala, que nos hizo volver a los 90s, y así dar nuestros primeros saltos sobre el cesped del recinto.
Aquí un extracto de la canción.
Quizás a su cantante, Alberto Jiménez, le falte algo más de dinamismo y entrega ante el micrófono. Su entonación es perfecta pero resulta algo estático con pocas concesiones al movimiento que requieren sus canciones.
Eels es un grupo (o el pseudónimo de Mark Oliver Everett) que por más portadas que Rockdelux le dé, me da una pereza tremenda. Así que decidimos situarnos en primera fila del Escenario #1 para poder ver bien a The Cardigans, y dejar que Eels sonara de fondo.
A las 21:00 salieron los suecos, y como buenos escandinavos, ofrecieron su cara más fría al público que esperaba ansioso una interpretación secuencial exacta de su más exitoso disco, "Gran Turismo". Allí nos encontrábamos seguidores fieles de la banda que llevábamos años esperando este momento.
The Cardigans llevan 12 años sin sacar material nuevo, y en palabras de Nina Persson, la carismática vocalista, no vamos a tener más música bajo el nombre de The Cardigans nunca más. Eso no ha impedido que se embaucaran en una gira homenaje por el 20 aniversario de ese disco que supuso un hito en su carrera, bastante desigual, por cierto. Los suecos han tenido la trayectoria más extraña que podemos recordar en este mundillo. Parece mentira que canciones como "Lovefool", "My favourite game" o "For what it's worth" hayan salido de la misma banda.
Ataviada con una capa negra con grandes cuadros verdes y blancos por la parte de atrás, y un tocado que simulaba unos altavoces bluetooth superpuestos, Nina salía a escena en plan diva. Con cara de pocos amigos, sin saludar, directamente al micrófono para comenzar con "Paralyzed".
Reproducieron al milímetro todas y cada una de las canciones de ese "Gran Turismo", su disco electrónico, que curiosamente han echado pestes siempre de él porque admiten que nunca los ha representado como artistas, prueba de ello es que nunca más volvieron a explorar esa vertiente.
Pero aquí hemos venido a hacer caja, que tenemos niños que alimentar y facturas que pagar, y desgraciadamente, eso se notó en su concierto.
Parecía mentira que aquella chica que conducía en dirección contraria de forma temeraria en el clip de "My favourite game" fuera esta mujer, podríamos denominarla gran dama, que en su formalismo sueco, no ofrecía ningún entusiamo aparente a la hora de interpretar estas canciones.
Otro aspecto llamativo fue la falta de potencia del sonido. A pesar de encontrarnos a escasos dos metros del escenario, sonaban extrañamente bajos, hasta el punto de poder mantener una conversación perfectamente entre nosotros (y ser recriminados por ello). Pero es que había muchos aspectos que comentar. El vestuario, el guitarrista que suple al original, lo gordísimo que se ha puesto el bajista, lo correctos que son, lo aburridas que siguen siendo algunas canciones (como "Marvel Hill"), lo que tarda en llegar el gran momento del "My favourite game"...)
La idea, ahora tan en boga, de salir de gira celebrando el aniversario de un disco, y tocarlo de principio a fin, puede ser arriesgada si el álbum no tiene el peso adecuado. "Gran Turismo" tiene tres grandes momentos, que coinciden con los sencillos, otros más regulares ("Junk of the hearts", "Do you believe" o "Explode") y otros realmente bochornosos ("Marvel Hill" o la soporífera "Higuer").
Han sido tan fieles al trabajo original que escucharles así resulta anodino. Ni una concesión a la improvisación, ni una voz fuera de línea, ni un verso cambiado, ni un grito aislado. Es como ponerse el disco en tu casa. Podemos aplaudir la hazaña a la hora de calcarlo íntegro, pero también esperamos que aunque no quieran sacar música nueva, puedan entregarnos alguna variación los Cardigans del 2019 de lo que eran los Cardigans de 1999.
Llegado el momento más ansiado, el corte 8 del disco, en ese mismo orden, se manifestó. "Mi juego favorito" y su conocidísmo riff de guitarra quedaba completamente apagado por las voces del público, hasta el punto de no saber si lo estaban tocando o no, ya que sólo se oía a la gente entonar los "pa-pa-ra" continuos, como si de un himno de fútbol se tratara y para la parte final, Nina participar en la misma táctica.
Eso es otra cosa que me pone nervioso de los conciertos. La gente que más que escuchar va a cantar. Hay momentos en que no se oye más que a los que tienes alrededor entonando en voz en grito las canciones. Fenomenal que te las sepas de pé a pá, pero hemos venido a escuchar a la cantante, no a ti.
Sé que es algo irremediable, y todos acabamos haciéndolo, pero en serio, hay gente que se excede en su cometido de estrella frustrada de karaoke.
Ahí está Nina con su cara de pocos amigos, metida en la piel de femme fatale que requieren las interpretaciones de este frío "Gran Turismo", a pesar de los cálidos colores de su portada, que eran el telón de fondo de la actuación.
Una vez concluído el disco, y tirado abajo dicho telón, es turno de repasar otros éxitos.
Empezamo con "For what it's worth", del disco "Long gone before daylight" y aquí sí que pude comprobar la cantidad de seguidores acérrimos a la banda que nos habíamos congregado en las primera filas. Fue un momento ilusionante, ver cómo todos disfrutábamos de estas canciones, quizás más desconocidas entre el gran público, pero que estábamos entonando y bailando con más pasión si cabe que las del disco que sirve de excusa para este concierto.
Cambio de tocado, dejamos la capa y nos ponemos un conjunto de pantalón y chaqueta de brillantes lentejuelas. Aquí nos dió la impresión a todos que venía la parte que más estaba disfrutando la banda, y es que las canciones de los dos últimos discos de The Cardigans representan la esencia más exacta, después de vaivenes en todas direcciones, incluso opuestas, que fueron los tres primeros largos de los suecos.
Continuaron con mi tema favorito de ellos, y casi no pude evitar las lágrimas. "You're the storm" es una canción que ha significado tanto en mi vida, que la emoción me embargó sin poder evitarlo.
No pude ni sacar el móvil para grabarlo, sólo estaba escuchándola y disfrutando de cada frase y entonación, sintiendo que a mis casi 40 años, todavía estoy buscando esa tormenta que me haga sentir vivo.
Aún faltaba rescatar "Communication", la inmensa balada con la que se iniciaba su cuarto disco, consentir al público con su amable "Lovefool" (que yo personalmente encuentro insufrible) y el gran single de su último trabajo, de título tan ocurrente como "I need some fine wine and you need to be nicer", con cencerro incluido.
En resumen, y a mi pesar, queda patente que The Cardigans están viviendo de las rentas, que aunque no les apetezca, saben que "Gran Turismo" es su gran lingote de oro, y recuperarlo en esta gira es la perfecta excusa para sanear las arcas de los miembros de la banda. Que disfrutaron más de la última parte del concierto, sin duda, y que Nina sigue gozando de una voz y un físico impresionantes, convirtiéndola en una de las mejores vocalistas que han salido de los países escandinavos, pero que en directo, resulta demasiado fría y condescendiente.
En breve la segunda parte de este artículo, que repasaramos la actuación de Amaral.
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