Mi verano de 1993 lo marcó un disco, el "Elemental" de Tears for Fears. Nadie se puede imaginar lo que para mí supusieron las diez canciones que lo componen. Me tocaron, me conmovieron, me inspiraron. Fue tal el efecto que todavía siento escalofríos al escucharlas.
Era mi primera incursión en el mundo de Roland Orzabal y Curt Smith (aunque en "Elemental" sólo estuviera Roland) y la fascinación que en mí generó no puedo explicarla con palabras.
Ya hablaré con detalle de mis dos primeros cassettes de Tears for Fears, porque ahora con el que me he tropezado es con el tercero que compré de ellos, el "The Seeds of love". Mis antecedentes cuando me enfrenté a este álbum eran el mencionado y adorado "Elemental" y el grandes éxitos, "Tears roll down". Así que ya conocía bien tres de las solo ocho canciones de este trabajo, publicado cinco años antes.
Ocho. Eso me daba bastante rabia, que únicamente contuviera ocho canciones. Ansiaba mucho más de ellos, y en general, los discos con tan pocos tracks siempre han despertado en mí un sentimiento de decepción. Qué menos que incluir diez, ¿no? - me decía para mis adentros, frustrado leyendo el tracklist, que descubría al tener el cassette en mis manos.
Mi desilusión inicial se evaporó al descubrir cómo estas canciones tenían tantos giros en sí mismas, se transformaban y evolucionaban en diversas direcciones, que más que ocho cortes parecía como si hubieran muchos más. "Badman's song", "Standing on the corner of the third world" o "Year of the knife" cuentan historias en varias partes, secciones que se desarrollan tomando una base argumental pero que perfectamente podrían haber sido dos, tres o más canciones.No sólo son grandes en duración, sino que también lo son en opulencia.
Sabía que para este tercer disco, los británicos habían sufrido lo suyo, grabando tomas y tomas hasta que el resultado final consiguió convencerles. Demasiado exigentes consigo mismos. Por esto quizás el presupuesto del que dispusieron fue tan elevado, convirtiéndolo en uno de los discos más costosos de la historia. Y yo me seguía quejando... ¿uno de los discos más caros jamás grabado tiene únicamente ocho canciones? No lo entendía, la duda me invadía. ¿Cómo sonará para que haya costado tanto dinero?
No consigo recordar dónde compré este cassette, probablemente en el Madrid Rock de Gran Vía (Madrid). Lo que sí sé es que no era barato, y estuve dubitativo un buen rato, pensando si merecería la pena pagar tanto por cinco canciones (había tres que ya conocía). Finalmente lo hice y no me arrepiento en absoluto de haber pasado por caja. Este álbum merece cada euro (o peseta, que era lo que había entonces) que costó.
El libreto contenía las letras, comprobé con un suspiro de alivio. Me lo esperaba tras descubrir que en sus grandes éxitos también las habían incluido, hecho éste que no es habitual encontrarse en un recopilatorio. Lo que me parecía es que era demasiado escueto, apenas unos dibujos que formaban parte del collage de la portada y una única fotografía de ellos, más otra de Oleta Adams, todo un detalle por su parte. No es de extrañar que quisieran incluir una foto de Oleta; ella ha sido parte fundamental del proceso de grabación del disco, aportando su voz en varios temas (no sólo en "Woman in chains", también en "Badman's song") y los teclados en "Standing..." . Como curiosidad, aunque aparece en el videoclip de "Advice for the young at heart" al piano, ella no es la que lo toca en la canción, sino que se trata de Nicky Holland, coautora de la canción.
Otro detalle que captó mi atención era que Curt Smith sólo figurase en los créditos de composición de un track, en "Sowing the seeds of love", lo que resulta extraño siendo la cara visible del dúo, del que se espera más participación. No sólo quedó relegado aquí a nivel creativo, también como cantante, dejando a Roland casi todo el peso de la interpretación. No hacía falta ser un lince para intuir que algo pintaba mal, y que era cuestión de tiempo que Curt, si aspiraba a más protagonismo en el dúo, todo apuntaba a que no se lo iban a permitir.
Esperaba convencido que "Sowing the seeds of love", igual que en el recopilatorio, fuera la que abriera este disco. Sorprendido me encontré con que esta posición de honor la tenía "Woman in chains".... ¿una balada abriendo un disco? Otra osadía marca de la casa. Ansiaba que terminara para encontrarme con música nueva, y "Badman's song" me dejó desconcertado. No sonaba a nada que hubieran hecho antes, esta especie de jam session me disgustó en conjunto en esta primera cita. Muy larga, muy pesada, muy diferente. Ahora no tengo esa impresión, pero sigo creyendo que es el tema que menos les identifica, que más se aleja de todo lo que han grabado antes. Los dos siguientes cortes los conocía de sobra, por lo que pasamos a la cara b. Empieza "Standing...". Otra canción extraña, ¿me he comprado un cassette de Tears for Fears o de Peter Gabriel?. "Swords and knives" me convenció más de primeras. Tras dos medio tiempos, quería algo más rotundo, con más fuerza. Sigo pensando a día de hoy que ésta es la mejor canción "no single" del álbum. "Year of the knife" (más cuchillos?) comenzaba con un falso directo para mostrar capas y capas de efectos, virajes en su melodía, sonidos inquietantes... recuerdo que me dejó perplejo. No sabía si me gustaba o la detestaba. "Famous last words" es una de las más hermosas interpretaciones de Roland, y tristemente, vaticinaba una despedida que no tardó mucho en llegar.
Finalizado el cassette, me sentí decaído. No, no es lo que me esperaba, ni mucho menos. Eran canciones excesivamente recargadas, confusas, un sonido progresivo al que no estaba acostumbrado. Sabía que era cuestión de paciencia y de más audiciones. Rápidamente todas las canciones comenzaron a ser familiares, y no me ha sucedido ni una sola vez hasta el día de hoy, que no descubra un efecto nuevo, un sonido que se me había pasado por alto, cada vez que me animo a disfrutarlas. ¿Entonces tanta profusión de detalle justificaría su alto coste?
Todavía hoy puedo cerrar los ojos y sentir cómo se me eriza la piel cuando en "Swords and knives" llega la parte en la que sube la instrumentación brutalmente antes de entonar las líneas "Turn the tables, we'll burn the fables"...
La memoria me traslada entonces a una excursión que realicé con el colegio, en San Lorenzo de El Escorial, subiendo a lo alto de una cima cercana. Iba escuchando este cassette con los auriculares y fue precisamente cuando alcanzamos lo más alto, que esta parte de la canción sonó en mi walkman. Fue todo un extasis sensorial. Lo que estaba viendo, lo que estaba escuchando, como todo cobraba sentido, cómo el esfuerzo por llegar a ese punto era recompensado con esta culminación de la instrumentación. Este es el momento más vívido que me retrae este álbum, y es que imagino que a todos nos pasara que hay canciones que te transportan a ciertos lugares en determinados momentos. A mí me pasa con esa canción, y aún noto la fatiga mientras disfrutaba de las fabulosas vistas de la sierra y me sentía rey, cerca de la silla en donde una época se sentaba un rey. Las agujas y alfileres se estaban clavando sobre mí, chaval sin apenas preocupaciones como era por entonces, pero me esperaba todo un futuro por delante en el que me debería enfrentar a espadas y cuchillos. Y allí, en la silla del rey Felipe II, alguien me cantaba al oído otra pista para sobrevivir: "Aleluya, el rey está muerto".
"Todo es posible en la vida cuando estás sembrando las semillas del amor", a pesar de las palabras del rey, que argumenta que el amor es un cuchillo. Sabias reflexiones para un adolescente de catorce años, que está forjando su personalidad, y que quedaban interiorizadas para descubrir que esta música no había llegado de forma accidental a mis manos, ni era casual que fuera ese cassette precisamente el que hubiera decidido llevarme a esa excursión.
De repente, en lo más alto de esa montaña, sentí cómo el mundo se mostraba en su enormidad ante mí, imponente, desconocido, intimidante. Un mundo al que me tendría que enfrentar, donde acabaría luchando para encontrar mi lugar. Contemplando los vastos paisajes, en la insignificancia que despierta mi consciencia como individuo, me preguntaba: ¿Cómo iba a conseguirlo? "Sowing the seeds of love, the seeds of love..." repetía una alegre voz incesantemente en mi cabeza.
2 comentarios:
Me encantó tu reflexión, tu experiencia de vida con la
Música de TFF. Gracias por compartir! Realmente su música
Excepcional, extra-ordinaria!
Gracias por el comentario!
Su música me trae grandes recuerdos. Realmente me marcaron mucho en mi adolescencia, más de lo que quisiera admitir.
Su variedad de estilos a lo largo de su trayectoria, cómo evolucionaron de la música electrónica al rock progresivo de este disco, continuando en esta vertiente Roland en solitario, para mí supuso tener que abrir mi mente y así abrazar toda la música que se acerca a estos estilos durante los más de veinte años que hace que los conozco. Son la piedra rosetta de mi cultura musical.
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