Y más parones...

¿Qué pasa cuando uno se pasa casi un mes fuera de casa? El hecho de no tener pc, ni tu discoteca a mano, ni el tiempo suficiente para hacer una entrada algo digna, te limita mucho el trabajo en un blog que se supone que requiere una actualización constante.

¿Qué pasa si cuando uno regresa a casa tiene que debatirse en decisiones difíciles sobre si mantener a nuestro querido animal de compañía con vida?

Las tareas blogueras se vuelven pesadas e innecesarias. Uno debe abandonar las máquinas para atender a las personas, para mirar por las vidas de los demás y la mía propia. Siempre he enfocado esta actividad como parte de mi ocio y no como una obligación diaria, así que iba a hablar cuando cabeza y corazón me permitieran hablar, y veo que últimamente pueden pasar meses sin soltar palabra para luego volver con fuerza, cuando el vigor me lo permita. Cuando haya solidificado todo a mi alrededor y me encuentre con la tranquilidad suficiente como para teclear y compartir.

No han sido unos días agradables estos últimos y mis pensamientos se iban hacia rutas contemplativas que me entretenían pero que me hacían sujeto pasivo de una manera que me incomodaba soberanamente, siempre con la cabeza pensando en la rehabilitación, en el reencuentro con mi negro teclado y con las notas que se reproducen desde mis sistemas de audio.

Siento aquellos que hayan pasado por aquí buscando novedades y se hayan encontrado con la misma entrada de Norah Jones estos días. Siento los que hayan decidido quitarse de favoritos o hayan decidido ignorar este inconstante blog porque nada ocurría.

No siempre se puede estar al 100% y dedicarse a un blog cuyo aliciente máximo es personal, es a veces sacrificado, y por eso, muchas veces hay que relegarlo a un segundo, tercer o décimo plano. Lo importante es volver y hablar, con la música en la boca.

Saludos.