martes, 29 de diciembre de 2009

El villancico que no falte



En una película decían, "Si existe el infierno, sólo se tienen que escuchar villancicos allí".

Podria ser, porque estas soporíferas tonadillas que todos las Navidades vuelven como banda sonora para unas fiestas homenaje al consumismo puro y duro, nunca nos han abandonado, para pesar o regocijo de algunos. Como individuos de esta sociedad, el villancico es de las primeras tomas de contacto con la música que recibimos cuando somos unos tiernos infantes, lo queramos o no, seas de la religión que sea. Porque están en todos los lados, suenan en televisión, en las calles, en las tiendas, todo el mundo se siente pletórico y alegre mientras chapurrea "Los peces en el río" o "La Marimorena". Crean una extraña comunión entre las personas que ninguna otra creacción musical puede producir. Y es porque será de las pocas composiciones que todos conocemos, a no ser que hayas sido criado en un iglú en el Artico o que tengas unos padres que te hayan mantenido al margen de toda connotación cristiana, por eso de que el niño se nos vaya a confundir. Pero lo bueno del cántico navideño es que lo hay para todos los gustos y todas las religiones, así que uno cante esa de "Hacia Belén va una burra..." o el “Jerusalem de Oro” judío, hay una alegoría para cada cual.

Pero los villancicos son agotadores y pesados. No me cabe la menor duda. Cada año me da más pereza poner un compacto con los socorridos soniquetes para que la familia a ritmo de panderetas y zambombas se engulla en una experiencia "religiosa" sin igual. Menos mal que como mucho, es cosa de media hora al año.

Después tenemos esos artistas adoradores de la música navideña que sacan un álbum con temas de la época porque así lo sienten y en su gran parte, sin poder evitar el edulcoramiento consabido que lo acompaña, porque escuchar un disco entero de villancicos sea de Tori Amos o de Mariah Carey, es un auténtico suplicio, por mucho empeño que le hayan puesto.

Casi todos los artistas que conocemos alguna vez en sus carreras han hecho alguna aportación navideña a su currículum. Madonna, Bob Dylan, Barbra Streisand, Frank Sinatra y un sinfín de nombres han sucumbido ante el encanto de estas fechas en un punto de sus vidas.

Si queréis ver un extenso artículo sobre canciones navideñas, nuestro querido Midas se ha currado uno muy bueno aquí en su blog y después de ver lo chulo que le ha quedado no me veo con fuerzas ni ganas de competir con él.

Por lo que mi aportación navideña será para la versión número ocho mil del "Noche de paz" en inglés, esto es "Silent night", pero no es una adaptación cualquiera, vulgar y que no dice nada como la que le han hecho a Susan Boyle, es la que Five For Fighting publicaron hace algunos años y que le ha dotado de una diferente alma a la canción que antes no poseía. Es más, al principio no parece que nos encontremos ante la melodía que todos conocemos. Le han cambiado los arreglos, camuflando los acordes entre guitarras y pianos. Sólo la sentida voz de John se decanta ante la composición original, pero transmitiendo una dulzura que ninguna otra versión de "Silent night" ha tenido.

Me quito el gorro de Papá Noel ante este "Noche de paz" y con esto sólo me queda desearos a todos una Feliz Navidad que ya está casi acabando (Bien!!!) y que vigiléis vuestros bolsillos y recordad, es una época de celebración familiar, no de consumismo irracional...

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