A David Gray la mera idea de entrar en un estudio le producía náuseas, y al final, convencido por la grandiosidad del proyecto que tenía entre manos e incentivado por Marius de Vries, tuvo que admitir que la grabación de este "Life in slow motion" requería de los medios de un gran estudio.
Así que el ambiente intimista y simple de "White ladder" o "A new day at midnight" se ha esfumado parcialmente, pero logrando una notable mejoría en algunos aspectos, sobre todo en comparación con este segundo.
Mejoras, sobre todo, en la voz de David, alcanzando unos registros vocales altísimos ("Nos da cariad", "Alibi" o "From here you can almost see the sea") e instrumentalmente vemos la riqueza que aportó Marius, que parece más contenido aquí de lo que suele. "Disappearing world" o "Hospital food" son producciones impecables.
Las melodías son incofundiblemente David Gray, aunque quizás más trabajadas en sus letras y más emotivas y armoniosas.
El primer single "The one I love", es curiosamente el tema más flojo del album. Una composición apestando a vulgaridad y sentimentalismo, que choca viniendo de este maestro de lo retorcido.
Ese toque alegre y poppy no fue muy bien recibido por los fans, acostumbrados a algo más de chicha en sus primeros sencillos, no hay que olvidar la intensidad del "The other side".
Aún así, han sido tres singles los extraídos del album y tres pedazo de video-clips que se ha marcado el inglés, y también hay que apuntarlo, un single que se ha quedado abandonado, el "Nos da cariad" que es de las mejores canciones que han salido de su puño.
Así que, "Life in slow motion" nos devuelve a un Gray inspirado y con la voz mejor que nunca, pero aún sigue sin encontrar la reválida de "White ladder".
8,5/10
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