Eisley - Propagando ruidos lentamente

Los caminos que tomamos para llegar a determinada música hoy por hoy son diversos y rebuscados, más accesible que nunca gracias a Internet, pero siempre hay algo que no falla, que son las recomendaciones. Aunque desde hace años disponemos de sistemas como lastfm que nos van apuntando artistas que, según lo que solemos escuchar, nos podrían gustar, lo mejor es que alguien que te conozca te diga: “tienes que oír esto”.

Eisley no me llegó como una recomendación directa, sino más bien indirecta. En los foros de Publispain montamos un concurso en el que había que elegir una canción siguiendo determinados criterios, y como artista desconocido alguien presentó su tema “Memories”.



“Room noises” andaba por mis archivos desde hacía tiempo, no obstante el disco está datado en 2005, pero no le había hecho ni caso, así que tras esta pieza tan exquisita decidí adentrarme en su habitación y dejarme cautivas por los ruidos que emite esta banda de jóvenes estadounidenses con cara de no romper un plato y referencias religiosas.



Lo primero que se me vino a la cabeza cuando oí la voz agrietada de Stacy Dupree era que teníamos ante nosotros una digna imitación de Sixpence None The Reacher. Aún hoy lo sigo pensando, que conste. Sus canciones con referencias cotidianas, escritas en el S.XXI aunque con temas universales y atemporales, se van haciéndose más familiares y hermosas en cada esporádico encuentro. Todavía recuerdo cómo me quedé maravillado ante la riqueza musical de “Memories”, con ese descomunal puente que hacía más redonda la melodía y cómo la ceguera de ese arranque me hacía estar obnubilado hacia con las demás. Como una herida que no acaba de curar, la costra se iba desprendiendo poco a poco y todo se hacía más elegible. Te presentan a Eisley y piensas que son un grupito más que sumarse al resto, vulgar y prescindible, cuyas canciones parecen concebidas para agradar y no entusiasmar, pero, cuántas más charlas he ido teniendo con ellos y más los he ido comprendiendo, me he dado cuenta de lo confundido que estaba. Craso error el que cometí.



Doce canciones entre 3 y 4 minutos que nos entregan unas armonías vocales muy bien arropadas por la producción, entre otros, de Rob Cavallo y John Shanks. La personalísima voz de Stacy, como era la de Leigh Nash de Sixpence, resulta ciertamente conmovedora en todo su repertorio. “I wasn’t prepared” no resulta fácil de interpretar, y menos con tanta pesadumbre, “Telescope eyes” podría haber sido escrita por Dido (me recuerda levemente a “Hunter”), “Brightly wound” tiene una melodía amable y apacible, “Marvelous things” o “My lovely” destacan por la fuerza que adquieren progresivamente, “Lost at sea” es complaciente a la vez que valiente o ese broche que es “Trolley Wood” con la que dan ganas de salir a la calle, chasqueando los dedos al compás de esta alegre tonada.

Entre las referencias que inspiran a esta banda, según vemos en la red, están The Beatles, Beach Boys o, más sorprendentemente por lo que indican, Radiohead o Pink Floyd. Nada de eso hay en estas composiciones que beben más de The Corrs, Dido o sus máximos equitativos, Sixpence None The Reacher, de los cuales me extraña no leer ninguna similitud por ahí.

“Room noises” no hace ruído, sino que lentamente va levantando la voz para finalmente dar gritos al alma y engatusarnos. Es un álbum al que hay que acabar cogiéndole cariño, nada aparente y poco persuasivo, pero que pasito a pasito, corte tras corte, termina convenciendo.

Lo mejor: Memories, I wasn’t prepared, My lovely
Lo peor: Plenty of paper.

Nota: 8/10