viernes, 27 de agosto de 2010

John Grant - Las delicias de Marte



Si a muchos como yo el nombre de The Czars no les dice nada, menos les dirá el nombre de John Grant.

Este señor con cara de matón del barrio de Pan Bendito, uno de los más chungos de Madrid, en el fondo debe ser un trozo de pan teniendo esa voz tan angelical y con esas melodías tan amables y placenteras. No hay más que escuchar las composiciones que entrega en "Queen of Denmark" para ponerse a recapacitar en las inspiraciones que le han llevado a Grant para hacer una obra de semejante calado.

Ironía y elocuencia en los textos, recurriendo al humor ácido repetitivamente y usando metáforas e imágenes imposibles para hacer posible una canción con contenido y mensaje.
Me quedo ahora con la pieza que más estoy escuchando de él, que se incluye en un par de recopilatorios que los de Q y UNCUT han ofrecido recientemente.

"I wanna go to Marz" parece el "The sound of silence" de Simon & Garfunkel, pero más lejos que todo eso, es una delicatessen en toda regla. Un piano comienza con algo que ya suena familiar, nos metemos en una atmósfera propia de la banda sonora de Donnie Darko, y John recita con voz somnolienta diferentes delicias gastronómicas, para acabar solicitando un puesto en Marte, donde regresaremos a los dulces dieciseis años, los deseos de nuestros corazones se cumplirán, en un escenario donde fluyen los ríos verdes y alrededor sólo hay tentaciones.

Podría ser Nilsson, Al Stewart, si me apuras hasta Elton John; esta creación de John Grant mira con descaro hacia atrás, para querer sonar a un éxito polvoriento, pero en el 2010. Repite recursos de la época, la batería vibra añeja, las cuerdas y flautas rememoran arreglos del pasado, hechos con toda la intención. John ha querido plantar un disco en el que el tiempo sea irreconocible, ha querido ya no hacerlo atemporal, sino anclarlo a una época y pulirlo aprovechando los medios actuales.

Midlake aparece en los créditos de esta canción, acompañando a John, y cómo no, la discográfica que se ha atrevido a publicar tan hermosa obra ha sido Bella Union, demostrando su buen ojo al recluir artistas folk indie.

El video, que aquí dejamos, se mueve con rapidez, demasiada quizás, y esconde demasiados enigmas que parecen evidentes, pero no dejan de ser ideas que chocan, se contradicen o no reaccionan entre sí. Está dotado de imágenes de gran valor artístico, y las historias de espectros caminando o almas que abandonan los cuerpos, para luego acabar bailando en un sitio oscuro sin abandonar la sonrisa de la cara, recuperan parte de ese aura hippy e inocentón que se veía en muchos videos ochenteros.

Vale la pena viajar a Marte con John Grant, por mucho miedo que dé su rostro.

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