sábado, 29 de enero de 2011

Depeche Mode - Una caricia



Pasamos de la euforia de un día de fiesta a la tranquilidad del día siguiente, en el que los "chunta-chunta" de las discos son sustituidos por una caricia aterciopelada de cuerdas.

Recuerdo aquel programa de los 40 Principales de hace muchos años, cuando los40 todavía ponía música decente, que era "Plásticos y decibelios", presentado por Julián Ruiz. Había mucha expectación ante el inminente trabajo de Depeche Mode llamado "Songs of faith and devotion", grabado parcialmente en Madrid. Según palabras del grupo, realizar ese disco había sido una completa agonía. Dave Gahan estaba atravesando una fuerte addición por las drogas, la cual había desestabilizado a la banda, retrasando las grabaciones intermitentemente y provocando que el sucesor de "Violator", el mayor éxito de Depeche, no acabara de salir a la calle.

Flood, su productor por aquel entonces y mano ejecutora de los logros más destacados de Depeche Mode, estaba hilvanando un aura de oscuridad en las nuevas canciones de Martin Gore y se auguraba un renacer nuevo.

Así fue anticipado con el potente "I feel you", un tema que dejaba a un lado la electrónica para abrazar las guitarras, convirtiéndose en uno de los temas rock más famosos de los 90. Dave se había dejado el pelo largo, y su cuerpo fibrado y lleno de tatuajes otorgaba un aspecto casi de banda metal a la formación, que por primera vez aspirada a entregar su música para las masas de una manera que nunca antes habían logrado.

Para muchos, "Songs of faith and devotion" fue un atraso, un disco demasiado lúgubre que no identificaba a los auténticos Depeche. Para otros, como fue mi caso, se convirtió en un album de cabecera, con 10 canciones pluscuamperfectas en las que apenas había cabida para el error. Les habría costado grabarlo, no veían el día de terminarlo, pero el resultado final fue ciertamente asombroso.

Julian Ruiz avanzaba en la presentación del disco, antes de que fuera editado, en exclusiva para la emisora de radio, una a una todas las canciones de fé y devoción.
El oyente atento, como era yo, se quedó boquiabierto cuando llegó el momento de desvelar cuál era la balada de turno (tradicción que se ha mantenido fiel en cada trabajo de los ingleses) que interpretaba Martin L. Gore y que era algo que nadie podía imaginarse: un tema con el único acompañamiento de una orquesta de cuerdas, pero que podría incorporarse sin ningún problema en la banda sonora de una película de Drácula.

Por aquella época no entendía nada de lo que expresaba la letra, y con esas, el efecto en mí fue automático. Casi como una pieza clásica, el tema más olvidado de Depeche Mode pero casi de los que más magia tienen, "One caress" se hacía desde ese lejano día de 1993 como parte indispensable de mi memoria musical.

Ofrecía la eterna oscuridad en su mensaje, en el que no falta la admiración hacia la noche, la redención, la acusación, los pecados y el perdón. Los violines atraviesan las venas y ennegrecen tu corazón, las luces se apagan, el espectáculo va a comenzar. El súmmum es el estribillo final, en donde la orquesta aprieta pistones y se expresa solícita con toda la fuerza que ignorábamos podrían soportar.
Encontramos algo nuevo en lo que era viejo, nos revitalizamos, las tinieblas se apoderan del entorno y basta una única caricia para que todas desaparezcan.

Hay un efecto mágico en esta canción, a la par que turbador. Debió haber sido un tardío sencillo del album (y no sólo publicarse en USA) y en cambio se quedó escondida como la gran joya perdida.

Curiosidad: "Songs of faith..." fue el último disco de la banda como cuarteto. Alan Wilder, el batería, abandonó tras varios conflictos con el resto, sobre todo con Dave.

Ripeada desde el cd original:

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