lunes, 4 de enero de 2010

Revisiones Caducadas: La Casa Azul

Le encuentro cierto interés pasional en recuperar críticas pasadas de fecha de discos de los que podríamos decir ya han ofrecido todo lo que podían dar, obras añejas cuya vida promocional ha llegado a su conclusión.

Ya tenemos los resultado definitivos de lo que ha sido crítica y recepción. Las críticas que solemos leer en los medios, como expresión más de promoción, se aventuran por costumbre inmediatamente después de la publicación de un disco, aunque en el lugar de los chulos de la revista Q, incluso antes de que salgan a la venta. Con ellas nos podemos hacer una idea de lo que va a ser un disco, pero no deja de ser una opinión pesonal más, por mucho que venga de un "profesional" que dice tener un oído más sensible a la hora de opinar sobre lo que es bueno o malo. En todo lo que sea valorar, siempre habrá un fondo subjetivo que es difícil equiparar, porque a cada uno nos gusta una cosa y eso no lo hace peor o mejor en la mayoría de los casos, a no ser que haya una unanimidad casi total o la falta de calidad sea evidente.

Todos nos habremos encontrado con críticas de discos o artistas que adoramos y frustrados comprobamos cómo van dejando mal posicionados una obra que nosotros creíamos perfecta, resultando tener más grietas de las que podíamos pensar o entrever. No deja de ser todo materia subjetiva y personal y podemos estar de acuerdo o no, pero hay que intentar siempre encontrar lo bueno y lo malo a las cosas y no sentar cátedra fulminantemente. Una puerta entreabierta para que haya corriente es lo mejor que puede hacer un crítico, aunque tenga que dar una valoración firme y concisa. Luego veremos si los argumentos que dan para criticar ese disco tan maravilloso son de peso o son simples gilipolleces, como leía recientemente en esta crítica de "1999" de Love of Lesbian. El problema llega cuando son muchos los que opinan igual y ya empiezas a ver ese disco con otro ojos. Pues no va a ser tan bueno... No nos preocupemos. A nosotros nos encanta y eso es lo importante. A nosotros y al que lo ha hecho también, seguramente.

Así que el que mejor reviews hace sin duda alguna es el paso del tiempo. Ahora vemos si un disco ha gustado al público, si se quedó en mera delicatessen para críticos sibaritas, si ha triunfado en ventas, si ha sido flor de un día o ha sido una carrera de fondo, lo que denota una obra consistente.

Me despierta curiosidad leer críticas que prometían o apostaban por algo para luego convertirse en aquello o en lo otro, pero todo lejos de lo que vaticinaban que iba a ocurrir. El disco de Yeah Yeah Yeahs, "It's Blitz!", habrá tenido unas críticas espectaculares pero ha sido de las ventas más pobres que recuerdan en su discográfica. La crítica los acoge con los brazos abiertos pero el público siente reticencia en gastarse el dinero en ellos. Es difícil convencer a público y prensa especializada. Hay más casos, como el "No line on the horizon" de U2, aunque las reviews lo encumbraban, ha sido de los que peor acogida han tenido entre los seguidores de los irlandeses. No ha habido coincidencia de gustos en este caso, aunque sí que lo ha habido en el "Merriweather Post Pavilion" de Animal Collective. Todos pensamos y admitimos que es el disco del año.

Hacer una crítica de un disco es deporte de riesgo, porque es ese paso del tiempo que hablábamos antes el que se puede convertir en una soga que acabe ahorcándote y acabando con tu credibilidad, porque se haya demostrado que un disco, que como ejemplo, digamos que lo has valorado mal, haya finalmente sido encumbrado por los medios, recibiendo premios y vendiendo estupendamente. Entonces se acuerdan de aquella review mediocre que tú realizaste que venía a decir que el disco era una mierdecilla, y que ha acabado demostrando que tan malo no debería ser. Expertos en meteduras de pata tenemos a los de El Pais en su boletín EP3, antes llamado El País de las Tentaciones, no he visto críticas más desafortunadas que las publicadas en ese medio.

El tema de las reviews se podría extender indefinidamente y tampoco es la cuestión. El propósito de esta sección es traer de nuevo a la actualidad aquellas que tiempos pasados hablaban de discos y que ahora, con la sabiduría que nos dan los años, podemos opinar sobre sus resultados, conociendo los detalles de su desarrollo en el mercado y recepción mediática.

Empezaremos con La Casa Azul y su laureado "La revolución Sexual", en esta crítica que aparecía en Enero del 2008 en Rockdeluxe.

Aquí va:



Que llegue a las tiendas un CD sin un solo corte de relleno ya debería ser motivo de celebración. Pero, además, en este tercer álbum Guille Milkyway se ha sabido sacudir la estética retro en favor de un sonido más artificial, plástico y a ratos histriónico. Ahí queda "No más Myolastan", un pedazo de himno que igual podría dejar contento a un fan de New Order que a uno de Aqua. La Casa Azul suena más que nunca a La Casa Azul, aunque en la canción que da título firmen la mejor apropiación de Dinarama que soy capaz de recordar.

Un experimento interesante sería pinchar "Chicos malos" en radiofórmulas de los cinco continentes. La canción lo tiene todo: melodía majestuosa, estribillo explosivo y un precioso destello de Abba. Se contagia y no te suelta. La enorme cultura musical de Milkyway da sustancia al nutritivo puré de influencias del álbum (desde las divas de los sesenta hasta el pop japonés, pasando por tótems indies de toda la vida, entre otras muchas fuentes).

El salto se nota también en lo que cuenta: atrás quedan las historias clásicas de desamor para dar paso a rimas sobre la hipocondria y la ansiedad. El autor ha dicho: "Hablo de lo que me pasa porque no soy bueno escribiendo letras". Por suerte se inspira en conflictos que sufrimos muchos (emocionales, sociales o laborales, que no son categorías tan distintas). Ojo al comienzo de "Prefiero no": "Todo el mundo necesita respirar / no hay quien pueda permitirse no parar /demasiada incertidumbre / demasiada autosuficiencia". Así de hostil es para muchos la vida en Occidente en el siglo XXI.

Vale, no es Leonard Cohen, pero cuando menos te lo esperas te desarma con una frase sencilla y destemplada. Ahora mismo se me ocurre "hoy me estoy gustando de verdad / sígueme la corriente" (gran retrato de esos momentos de entrañable estupidez por los que todos pasamos). Otro ejemplo: "Llegas a casa tarde y no paras de hablar / y aunque no lo parezca, quiero que hables más / eso me tranquiliza, ver que no tienes prisa". En la actualidad no es tan fácil firmar un verso de amor ajeno a los tópicos.

El gran mérito es que no estamos ante un disco deprimente, sino vigorizante. Cuando escucho "Un soplo en el corazón" (Family) me paso el rato pensando en lo sensible e inteligente que es Javier Aramburu. Cuando pongo "La revolución sexual", mi cerebro funciona menos y mis emociones más. Me siento acompañado. O sea, mejor.
VICTOR LENORE.




Hubiera sido interesante realizar el experimento que aquí se propone, aunque en parte se haya efectuado, no con "Chicos malos" sino con "La revolución sexual". Puedo apostar un brazo a que el 95% de las personas no podrían mencionarme otra canción de este disco que no sea la que da título. Seguro que ha sonado en los cinco continentes, porque llegó un momento que parecía que iba a sonar hasta del cabezal de la ducha. Qué saturación tuvimos, y gran parte de la culpa la tiene el propio Guille que la intentó presentar en Eurovisión, la ha incluído repetidas veces en varios discos, incluso en una banda sonora de reciente facturación en la que participa. Parece que La Casa Azul no tiene otra cancioncita que ofrecer al mundo.

El redactor indica que no hay canción de relleno, pero parece que no ha sido así, porque todo lo que podemos recordar de este disco es ese sonido disco pop ochentero de "La revolución sexual", por cierto, muy alejado de lo que es el resto del disco, más inferior en lo que se refiere a calado.

Este batiburrillo de soniquetes a lo máquina tragaperras que se expone a lo largo de todo el disco llega a ser petulante, recargado y a ratos molesto.
Disco que yo me compré original confiando en tanta espectacular review y en la potencia del single que hoy por hoy podemos decir que puede convertir a La Casa Azul en los próximos "One hit wonder" de este blog.

No digo que estemos hablando de algo bueno o malo, no presté las suficientes audiciones como para opinar, porque me encontré con algo que no me esperaba en un primer momento y aún medito el resultado intentando darle otra oportunidad sabiendo lo que ya hay, asimilando el contenido.

Uno se piensa al leer este tipo de comentarios y escuchando el tema de marras famoso, que va a ser un álbum con el que se va a cagar hasta la perra, pero no hay que olvidar que el disco se divide en dos partes:
La sola canción "La revolución sexual" y su inspiración en el conocido "Ritmo de la noche", y el resto; melodías menos automáticas, más excéntricas y para camuflar su vulgaridad, más adornadas.

3 comentarios:

MucipA dijo...

Yo prefiero el grupo Love of Lesbian a La Casa Azul. Creo que Love of Lesbian tiene más fuerza en sus canciones. Enhorabuena por tu blog! Si no te importa me voy a hacer seguidora y entraré a menudo.
Saludos!

archer dijo...

Qué me va a importar, eres bienvenida, así como tus comentarios. Yo también prefiero a Love of Lesbian, dónde va a parar.

Saludos

Cubo dijo...

Si es que a ti no te pega nada nada La Casa Azul, me sorprende ver que hasta te compraste este disco. Pero no me sorprende nada que no termine de convencerte, jaja.

Pero bueno, está lejos de ser un one hit wonder, por que tampoco ha sido un hit en condiciones. Sólo son conocidos de verdad en el mundillo inide español (aka tontipop), y seguro que ahí, más del 95% de la gente a la que preguntes te sabe decir más de una dos y tres canciones además de "La revolución sexual".

A mi personalmente, "Prefiero no", "Chicos malos" y "Esta noche sólo cantan para mi" me parecen tres temas enormes, mucho mejores que el primer single. Y el resto de canciones del disco funcionan muy bien en conjunto, aunque claro, no son para todos los gustos. A mi me dejó bastante descolocado cuando lo escuché por primera vez, pero al final me convenció.

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